Corriendo la maratón de Nueva York: mi experiencia

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Hoy os voy a hablar de cual ha sido mi experiencia corriendo la maratón de Nueva York de 2025. Intentaré, aunque no es fácil, volcar en estas líneas mis sensaciones mientras corría la maratón, pero vaya por adelantado una cosa: es una carrera que, si te gusta correr, debes vivir una vez en la vida, es de esas cosas que se te quedan grabadas de por vida.

Cómo llego a plantearme correr la maratón de Nueva York

Y es que esta aventura empezó de forma casual: desde el año 2010 y 2011, en donde mi padre corrió la maratón con mis hermanos, tengo unos artículos que te hablan de la experiencia de la maratón de Nueva York, los principales puntos donde ver a tu maratoniano o cómo inscribirte a la misma, pero como el proceso cambia prácticamente todos los años esto me obliga a entrar e inscribirme en la lotería para poder explicar todos los pasos de forma correcta.

Generalmente, o bien quito la tarjeta antes de que se realice la lotería o bien me elimino de la lotería, pero en el año 2024 ocurrió lo inesperado: no me acordé y con una suerte increíble, pues realmente hay muy pocas posibilidades de que ocurra, me tocó el dorsal en la lotería, con lo que con gran extrañeza recibí un correo en el que me declaraba la buena nueva y el pago de los $315 de la inscripción.

Correo indicando que había ganado la plaza a la maratón
Correo indicando que había ganado la plaza a la maratón

Así que esto tenía dos formas de tomármelo: o era una señal para correr la maratón o bien lo dejaba pasar, y al final me animé a afrontar este super-reto.

El primer reto: Empezar a correr

Llevaba muchos años sin correr más que para cruzar un semáforo apurado o para subirme a un bus que ya había llegado a la parada, así que lo primero que hice fue contratar un entrenador que me permitiría empezar a correr poco a poco y tras probar varios me decanté por la app de OneRunning por una sencilla razón: era la única de las que probé que te hacía una prueba para ver el estado en el que estabas y en base a eso te comenzaba a planificar, poco a poco, tu entrenamiento hasta la carrera.

Tomando la salida en la primera carrera de preparación
Tomando la salida en mi primera carrera de preparación, el 30 de junio de 2024
Carrera Madrid con la ELA

Un lapsus en la preparación

Sin embargo, tras 4 meses de entrenamientos y ya poco a poco encontrándome mejor durante las carreras, todo debe tener sus obstáculos, y volviendo de las vacaciones de verano tuve un mal resbalón en un aeropuerto y me rompí el codo, por lo que tuve que dejarlo para el año 2025, aprovechando la cláusula que te permite dejar tu inscripción de un año a otro por lesión.

Comienza la preparación definitiva

Y ya estamos en el año 2025, Empiezo a entrenar de nuevo a finales de febrero, y mi hermano se apunta a correr conmigo la maratón, pero como no le toca el dorsal en la lotería hablamos con Marathinez y contratamos todo el viaje más el dorsal de mi hermano. Hay que decir que todo el viaje está muy bien organizado y sale todo impecable con ellos, por lo que no podemos más que recomendar sus servicios.

Poco a poco voy consiguiendo objetivos y mejorando mis tiempos del año anterior, por lo que me voy animando y animando hasta realizar una media maratón a finales de septiembre y verme ya preparado para el gran reto: la maratón está a la vuelta de la esquina y ya solo falta terminar con los pocos entrenamientos y presentarme en la línea de salida en Verrazano.

Llegando a la meta de la carrera de San Filippo
Llegando a la meta de la primera carrera del año 2025, el 18 de mayo de 2025
Carrera Stop San Filippo

Los días previos a la maratón

Los últimos días de preparación la verdad es que iba asustado corriendo: un resbalón, una mala caída, un tirón o un dolor en la rodilla, en la cadera o en el tobillo y tu maratón se frustra y se termina tu aventura, pero por suerte nada de eso sucedió, eso sí, iba por la calle con mil y un ojos y entre algodones.

Y llegamos al jueves previo de la maratón: Después de más de 1.100 kilómetros y más de 190 sesiones de entrenamiento, llega el día en el que cogemos el vuelo y nos presentamos en la Gran Manzana. Y por darle un poco de emoción al asunto, un tormentón espectacular cayó sobre Nueva York justo antes de aterrizar nosotros, luego nos enteramos de que a punto estuvieron de suspender la maratón, y nos tuvimos que desviar a Filadelfia para aterrizar y llegar después de más de 12 horas de viaje, en lugar de las 8 habituales, a la ciudad.

La Expo y los dos días anteriores

El reto del viernes y el sábado era no machacarse a andar por Nueva York para llegar lo más frescos posibles a la línea de salida, pero estar en Nueva York y no andar es prácticamente imposible. Realizar un tour de contrastes el viernes por la mañana y subir al Summit One Vanderbilt el sábado por la mañana hizo que el número de pasos que dimos estos dos días fuera bastante razonable.

En el Summit One Vanderbilt, el día antes de la maratón
En el Summit One Vanderbilt, el día antes de la maratón

El viernes teníamos cita a las 2 de la tarde en la Expo para recoger el dorsal, y hay que reconocer que fue muy rápido: está muy bien organizado y en apenas 5 minutos ya teníamos nuestro dorsal y nuestra bolsa de corredor.

Recogiendo el dorsal, en la Expo
Recogiendo el dorsal, en la Expo

Eso sí, salir de la Expo nos llevó más tiempo: tienes en tu camino de salida puestos de las principales marcas y patrocinadores y no es fácil no picar en ellos y llevarte algún recuerdo, impresionantes la longitud de las colas para pagar en New Balance pero también la organización para que puedan cobrarte rápidamente, o de cualquiera de los otros puestos. La gente aprovecha para comprar los geles de Maurten, entrar en sorteos y comprar ediciones especiales de la maratón de camisetas, zapatillas, calcetines, gorras y todo lo que te puedas imaginar.

El camino a la salida y los village

Y llegó el domingo 2 de noviembre, y con él llegó el cambio de hora, por lo que pudimos dormir una hora más, aunque no fue fácil dormir por los nervios. A las 6 de la mañana nos levantamos, desayunamos unas cosas que habíamos comprado el día anterior y salimos hacia el metro para ir al ferry de Staten Island. Y es que, si quieres vivir la experiencia completa de la maratón, te recomiendo ir en el ferry en lugar del autobús que te ofrecen, como hace el 90% de las personas que van a correr la maratón.

Esperando para embarcar en el ferry hacia la maratón
Esperando para embarcar en el ferry hacia la maratón

Una vez en el ferry, aunque hay muchísima gente todo está muy bien organizado, nos montamos en el ferry de las 7 de la mañana y a las 7:30 ya estábamos en la isla, preparados para seguir las indicaciones hacia los autobuses.

Embarcando en el ferry hacia la maratón
Embarcando en el ferry hacia la maratón

Hay más de 30 filas para subir al autobús, con lo que tras esperar un autobús nos metimos en el siguiente que nos llevó a la línea de salida, a la que llegamos sobre las 8:15 de la mañana.

Las filas para subir al autobús que te lleva a la salida
Las filas para subir al autobús que te lleva a la salida

Al llegar allí, pasas por un control de seguridad, en el que verifican que no lleves nada peligroso para correr, y ya te dejan en los village, los lugares habilitados, uno para cada color de tu línea de salida, para esperar a que toque tu hora de salida, y que están llenos de baños, comida (bagels, donuts) y bebida (agua, Gatorade, café, chocolate caliente) para llevar mejor la espera y el frio, aunque este año el tiempo acompañaba bastante.

Uno de los village de la maratón
Uno de los village de la maratón

Una recomendación para la espera: llévate una manta o un poncho para poner en el suelo y poder sentarte cómodamente en él, y lleva ropa que vayas a tirar para ponértela por encima, la podrás donar o bien en los village o bien en el corral (es lo que te recomiendo) y así te mantendrás caliente durante toda la espera.

La apertura de los corrales

Y llega el momento de la verdad, la hora de ponerse a correr la maratón. 25 minutos antes de tu hora de salida se abren los corrales y es hora de ir para allá, calentar un poco y prepararte para la carrera.

En el interior de uno de los corrales de salida
En el interior de uno de los corrales de salida

Al llegar verás a las liebres que llevan un gran cartel en el que te marcan el objetivo de su carrera, y si hablas con ellos te darán un papel/pulsera en el que podrás ver sus tiempos de paso estimados para cada milla y te explicarán cómo van a abordar ellos la carrera, de tal forma que puedas decidir si le sigues durante la carrera o no. Estas liebres son muy fiables: para poder serlo debes haber corrido la maratón al menos un 20% más rápido que la marca que tienen como objetivo durante al menos 3 o 4 maratones, y su fiabilidad según la organización es de un 90%, así que si quieres conseguir una marca en la carrera sin duda sigue a una de estas liebres.

Las liebres para ir a por una marca, en los corrales
Las liebres para ir a por una marca, en los corrales

La salida de la maratón de Nueva York

5 minutos antes de la salida ya te llevan a la línea de salida, y tras el himno americano, que, aunque no seas estadounidense, te consigue poner los pelos de punta, y el cañonazo de rigor, al ritmo de New York New York de Frank Sinatra tomas la salida de la maratón. Aquí os dejo un par de videos para que lo podáis vivir también vosotros:

Los primeros kilómetros: Verrazano y llegada a Brooklyn

El primer reto de la maratón es el puente de Verrazano, que es la mayor subida de toda la maratón, pero la euforia de tomar la salida y que todavía apenas ha empezado la carrera te hace volar por el puente, así que hay que intentar contenerse en el ritmo para evitar un sofocón nada más empezar. El puente de Verrazano es de los pocos puntos de la maratón donde no se permite entrar a la gente, por lo que no hay animación y solo los gritos y los ánimos entre corredores te ayudarán a pasar esta primera subida. Tras la bajada, vertiginosa, llegarás a Brooklyn, pero al ir por la línea rosa todavía tardaremos un kilómetro y pico en entrar en las calles de la ciudad y seguiremos corriendo por la autopista. Eso no impide que en todos los puentes que cruzan la autopista esté lleno de gente animándote y dándote la bienvenida al barrio de Brooklyn, pero lo bueno está por llegar.

Tras terminar la parte de autopista, salimos hacía la 4ª Avenida de Brooklyn para juntarnos con el resto de las líneas de salida y de repente aparece el gentío: miles de personas, más de un millón y medio durante todo el recorrido, se han tirado a la calle con la única intención de animarte y de que pases un día increíble, y eso que hace más de 2 horas que han pasado los primeros de la maratón. El ambiente es espectacular, electrizante, y tienes que ir controlando tu ritmo para no venirte demasiado arriba. Aquí os dejo un par de videos, que ha subido la organización, nycmarathon, para que os hagáis una pequeña idea del ambiente en las calles:

Además, a partir de este punto, la tercera milla, ya tienes en cada milla un punto de avituallamiento para recargar agua, Gatorade y un equipo médico, por si es necesario.

El barrio de Brooklyn

El barrio de Brooklyn, donde realizas casi media maratón, es básicamente una avenida larga, larguísima, la Cuarta Avenida, y un callejeo hasta llegar a Williamsburg. El único problema de esta avenida es que al fondo ves el Ayuntamiento, situado justo al lado del Barclays Center, y lo vas viendo desde muy lejos, dado que es un edificio muy alto, por lo que parece que no avanzas demasiado.

Pasando por la Cuarta Avenida de Brooklyn, en la zona donde se unifican todas las líneas de corredores
Pasando por la Cuarta Avenida de Brooklyn, en la zona donde se unifican todas las líneas de corredores

Tras llegar al Ayuntamiento, kilómetro 12, tras un par de calles afrontas la subida de Lafayette Avenue y eso es la locura: parece el Tourmalet en el Tour de Francia. La gente se salta las vallas para estar más cerca de ti y ayudarte a realizar la subida de ese kilómetro, que es bastante exigente, pero tienes tantos ánimos y el ambiente es tan espectacular que se te hace hasta corta.

Pasando por Brooklyn, en los alrededores del Barclays Center
Pasando por Brooklyn, en los alrededores del Barclays Center

El barrio judío

Tras una pequeña bajada y un buen llano te adentras en el barrio judío de Williamsburg, y aquí cambia el paisaje totalmente. Los judíos que viven en este barrio pasan totalmente de la maratón y normalmente te miran sin interés y siguen haciendo su vida como si nada pasara por allí, cruzando sin mirar demasiado, por lo que conviene poner todos tus sentidos en no llevarte a uno por delante sin querer. Para que no decaiga el ambiente, solo algún grupo de irreductibles galos se adentran en esta zona para animarte en pequeños grupos y que no notes el bajón de animación durante tu paso por este barrio.

Queens y la media maratón

De vuelta a las ajetreadas calles de Brooklyn, tras un par de kilómetros tenemos que dar la despedida a este barrio y afrontar la subida del puente de Pulaski, que nos llevará a cruzar la media maratón y Queens. Como en el puente no se permite el público, los ciudadanos de Queens se adelantan para animarte a subir el puente y darte la bienvenida al barrio con grandes carteles.

Aquí es donde tengo mi primer problema: aproximadamente en el kilómetro 18 me da un pequeño amago de calambre, que logro solventar estirando un poco pero que me terminarán atormentado el resto de la maratón hasta la meta.

En el medio del puente de Pulaski está la señal de la media maratón, así que pon la mejor de tus sonrisas para cruzarlo, ya solo queda la mitad del camino.

Paso por la Media Maratón
Paso por la Media Maratón

Queensboro y la llegada a Manhattan

Tras callejear un rato por Queens en el kilómetro 24 se afronta el puente de Queensboro, uno de los puentes más duros del recorrido. El problema no es solo la pendiente, es que además no permiten entrar a la gente a animarte, por lo que se hace bastante larga y dura la subida. En el kilómetro 25 coronamos el puente y comienza una vertiginosa bajada hacia Manhattan. El ruido que te llega cuando estás saliendo del puente y entras en la Primera Avenida de Manhattan es realmente espectacular, te pega un buen subidón el ánimo, y es que este punto es el que utilizan muchos maratonianos para quedar con su familia y la animación es increíble. Desde aquí, ya solo te toca afrontar la subida de 65 calles hasta Harlem para pasar al Bronx.

Llegada a la Primera Avenida, tras cruzar el puente de Queensboro
Llegada a la Primera Avenida, tras cruzar el puente de Queensboro

Problemas de calambres y el Bronx

La Primera Avenida es un tobogán de subidas y bajadas que machacan las piernas, y eso provoca que en el kilómetro 29 me dé un calambre muy fuerte y tenga que parar en el avituallamiento para ir al control médico. Allí me dan agua con sal, me dan un masaje en las zonas acalambradas y cuando estoy un poco mejor sigo en dirección al puente de Willis para pasar al Bronx, aunque ya no me abandonarán los pequeños calambres durante el resto del recorrido.

La carrera por el Bronx es corta: es apenas un par de kilómetros entre dos puentes por un terreno bastante llano y una última subida a un puente que te devuelve a Harlem, y como te ponen en un gran cartel en la parte más alta del último puente de la carrera “this is the last damn bridge”, así que pasas el cartel todo contento de terminar con el sufrimiento de los puentes, pero todavía te espera una sorpresa final.

Harlem y llegada a Central Park

Tras cruzar Harlem a través de la Quinta Avenida, con gran animación, aquí el barrio se vuelve a volcar y, sabiendo que ya estás pasando por el mítico muro de la maratón, te ofrecen todo tipo de cosas: bebida, plátanos, geles, gominolas, etc….

Cruzando el km. 35, en Harlem
Cruzando el kilómetro 35, en Harlem

Es aquí, en el kilómetro 37, donde tienes la sorpresa final: tras pasar alrededor de Marcus Garvey Park de repente en la Quinta Avenida aparece una subida larga, casi infinita, desde el kilómetro 37 al kilómetro 38, y para animarte tienes al final de ella una pantalla gigante donde puedes ver cómo están llegando el resto de maratonianos a la meta.

Aquí es donde notas más el ánimo de la gente: en cuanto te ven con la cara un poco rara, con cansancio, se ponen a animarte como locos, como si fueran tus primos del Upper East Side que te han ido a ver pasar por allí después de 6 horas de espera desde que pasaron los primeros de la carrera, y te ayudan a pasar el último mal trago, la última cuesta larga, esta vez sí, de la maratón de Nueva York.

Al llegar arriba, a la altura del Cooper Hewitt Smitsonian Design Museum te metes hacia la derecha hacia Central Park para afrontar las últimas 2 millas de carrera.

Central Park y la meta

El camino por Central Park es bastante sencillo, y predominan las bajadas sobre las pequeñas subidas, aunque es un pequeño rompepiernas, que te mata después de 40 kilómetros, pero después de salir de nuevo a la Quinta Avenida y cruzar por el hotel Plaza ya solo te quedan la subida de las 200 yardas hacia la gloria, la meta de la maratón de Nueva York en Tavern on the Green.

Aquí os dejo el recorrido final que realicé en la maratón de Nueva York:

y un video donde podéis ver el recorrido y el perfil de la carrera, tomando como base mi GPS:

Después de la carrera

Al cruzar la línea de meta, te dan tu merecida medalla, un poncho, para que no te quedes frio, una manzana y una bolsa con productos para recuperarte un poco de la tremenda paliza. Ya solo te quedan 10 calles, casi un kilómetro extra, hasta el Museo Americano de Historia Natural, para poder salir del recinto y unirte a los tuyos en la celebración de tu gesta.

Con mi hermano, nada más cruzar la meta de la maratón
Con mi hermano, nada más cruzar la meta de la maratón de Nueva York

Justo antes de la salida del recinto hay un enorme centro médico, y te doy una recomendación: si te pasa como a mí que llegas muy acalambrado o algún problema de ampollas o rozaduras, te aconsejo que a pesar de tu euforia pares y te lo hagas mirar por ellos: está muy bien organizado, en menos de 5 minutos ya te está viendo un médico y en mi caso estaba un fisio dándome un masaje para recuperarme de esos calambres y poder llegar en muchas mejores condiciones al hotel y pasar el día siguiente sin grandes problemas.

Eso sí, la vuelta al hotel es “complicada”: el metro está hasta arriba, los taxis están imposibles de coger y los uber están a precios disparatados, así que dependiendo de las condiciones en las que llegues deberás optar por volver en metro, el metro será gratis para ti enseñando la medalla en la estación, o andar un par de avenidas o tres hacia fuera para intentar conseguir el taxi o el uber. Así que mi recomendación es intentar alojarte en un hotel lo más cerca posible de la zona de llegada de la maratón, te lo agradecerán enormemente tus piernas después de la carrera.

Conclusiones de la experiencia

Sin duda, hay que decir que esta experiencia es única y es de esas cosas que merece la pena vivir una vez en la vida.

La maratón de Nueva York es una gran fiesta para los neoyorquinos y se vuelcan con ella: entre un millón y medio y dos millones de personas se lanzan a las calles para animar a todos los corredores, y es sin duda eso lo que lo hace muy especial.

Da igual que hayan pasado 6 o 7 horas desde que por allí pasó el ganador de la maratón: ellos están ahí para divertirse, animar a todos los participantes y darte ese empuje extra que te ayuda a terminar la carrera.

Ya en el hotel, con la medalla
Ya en el hotel, con la medalla

Durante todo el recorrido no pararás de chocar manos y sacar sonrisas a los niños pequeños cuando lo haces, conseguir impulso extra dando a los botones de super boost que te ofrecen, reírte con alguna de las pancartas muy ingeniosas que te enseñan, llenarte de ánimos de desconocidos que te alientan como si fueran de tu familia cuando te ven un poco bajo de ánimo y, en definitiva, pasar un día inolvidable a pesar del esfuerzo que supone correr una maratón, así que te recomiendo al 1000 por 100 la experiencia de correr la maratón de Nueva York si tienes la oportunidad de hacerlo.

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